jueves, 29 de octubre de 2015

Soledad, tan deseada y odiada, sal de mi y déjame ver lo que el mundo me ofrece, sal de mi y déjame despegar los pies del suelo, sal de mi pero no te alejes.

Ya te he disfrutado y amado ahora necesito que me dejes ir, ya me conozco; y me reitero, no te vayas muy lejos,  pero no me enganches al suelo, que este ser, tan oscuro e independiente, también necesita el calor de la gente, el fresco del viento al volar.







No hay comentarios:

Publicar un comentario