Mi cabeza dice para, mi corazón sigue, mis piernas pedalean como si estuvieran desconectadas del dolor del resto de mi cuerpo.
Ya he dejado atrás la cuesta arriba, sigo sintiendo el dolor pero la felicidad y el orgullo que siento por haberlo conseguido es más fuerte.
El camino aun no ha terminado, casi no ha empezado, ante mis ojos aun queda un largo trecho irregular que llega mas allá de lo que mis ojos son capaces de ver.
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LA VIDA ENCIMA DE UNA BICICLETA SE VE DE OTRA FORMA.